lunes, 23 de febrero de 2009

Movimientos Sociales II

“LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN CENTROAMÉRICA II”
(Una mirada a los casos de Nicaragua, Guatemala y El Salvador


Guatemala.

Tras las décadas de rebelión armada contra regímenes militares y del logro de acuerdo de paz para lograr el término de la guerra, los movimientos sociales que tuvieron un rol preponderante para alcanzar la paz e iniciar la democratización, se ven obligados a innovar sus estructuras organizativas a fin de responder a las nuevas situaciones.

Lentamente pero en forma sostenida se han ido creando redes de organizaciones departamentales, integradas por organizaciones de todo tipo, resaltando nítidamente los indígenas, la alianza por la paz y la vida, que en un movimiento que busca alternativas a la explotación capitalista y sus principales acciones se orientan en contra del neoliberalismo.

El movimiento social guatemalteco busca construir un proyecto político, en donde converjan más allá de la problemática indígena, entendiendo que no son los únicos excluidos y abandonados por el Estado.

Se puede decir, casi con certeza, que en la mayoría de las expresiones de los movimientos sociales de Guatemala, la vinculación con los partidos políticos es mínima, buscando su propia ruta y formas de trabajo.

El desempleo ha lanzado a mucha gente a la calle adquiriendo notoriedad una economía informal, como es la de los vendedores ambulantes, allí se produce y comercializa todo tipo de productos, comida ropa, CD, videos, relojes, artesanías, etc.

Ellos han multiplicado sus protestas y demandas, focalizándolas preferentemente en las autoridades municipales, que son sindicadas como culpables en el cierre de sus fuentes de trabajo, y ello frente a alcaldías gobernadas por sectores de la izquierda y derecha. Para hacer frente a estos movimientos, no se han incorporado políticas consistentes, quizás, porque aun no se les reconoce como un actor social emergente, que además se complica por su identidad social y formas de movilización, que bien pueden provocar cambios, o simplemente llevar a un caos.

Movilizaciones notables se han motivado por el rechazo popular y empresarial a los impuestos aprobados por el gobierno, que provoca una acción cruzada, en todas ellas las denuncias de corrupción adquiere gran relevancia.

Los indígenas que constituyen el 60% de la población, por siglos han desarrollado una resistencia, han aprendido a diario con campesinos, obreros, estudiantes y religiosos, temporalmente fueron detenidos en base al exterminio masivo y migración forzada, pero el movimiento continúa desarrollándose, construyendo nuevas oportunidades, sus reivindicaciones son, tierra y cultura. Conspiran en su contra, la postración y la ignorancia a la que han sido sometidos.

Otro movimiento, es el religioso popular, el cual recoge sentimientos de justicia terrenal. En Guatemala surgen los Delegados de la Palabra, quienes incorporan a los indígenas especialmente a los más jóvenes, sus sacerdotes se movilizan por todo el país y a través de su acción evangelizadora mezclan los contenidos religiosos con las actividades económicas, surgiendo, centros de salud, de alfabetización, escuelas, etc., aquí los indígenas se ven valorizados y tratados con dignidad.


El Salvador.

Después de haber protagonizado movilizaciones masivas epopéyicas, que aglutinaron a campesinos, trabajadores, pobladores de los suburbios, maestros, estudiantes, profesionales y técnicos, juntando casi medio millón de personas, el movimiento social entró así en un proceso de aletargamiento o “aguanacamiento”, como lo definen los salvadoreños.

Una de las luchas sociales relevantes se produjo el 2003, cuando médicos y enfermeras vestidos con sus batas salieron a las calles a defender el derecho del pueblo a la salud (“marcha blanca”).

El FMLN, apoyó la lucha del gremio médico, sin encabezarlo, ya que los dirigentes gremiales no se lo permitieron, uno de los resultados de esta “marcha blanca”, fue terminar este proceso de “aguanacamiento”.

Otro actor social inédito en Centroamérica, son los damnificados, que emergen de poblaciones pobres arrasadas por desastres naturales. En El Salvador los terremotos han dejado una cifra aproximada de 250.000 familias sin casa, a ellos se suman los miles más por los ciclones, que devastan las cosechas y provocan hambrunas.

Estas personas con el objetivo de hacer menos torpe y burocrática la distribución de ayudas internacionales para la reconstrucción se han unido a fin de presionar en forma colectiva y organizada a las autoridades centrales y municipales.

Otro movimiento, ha sido el de los patrulleros que eran parte de las redes paramilitares del ejercito, se han transformado en un grupo que subvierte el orden público, están conformados por campesinos empobrecidos.

Sus manifestaciones son violentas y el discurso incendiario de dirigentes y su vinculación al Partido de Conciliación Nacional (PCN) crean serias dudas sobre sus verdaderos propósitos, en ocasiones sus protestas han contribuido a que eventualmente puedan ser utilizadas para restringir la libertad política y la expresión social.

El avance del capitalismo representa para los indígenas, el despojo de sus tierras y la destrucción de su cultura. En 1932, treinta mil campesinos indígenas fueron masacrados, siendo factor importante en la guerra civil que sumió a este país.

Conforme al modo de producción capitalista, este movimiento va cumpliendo su ámbito de acción, provocando transformaciones en su cultura, adquiriendo su movilización, características específicas según el tiempo y lugar.

Las comunidades Eclesiales de Base, surgen como respuesta a un necesidad intrínsecamente religiosa, relacionando con la escasez de curas; como resultado del Concilio Vaticano II, se confía en los fieles determinadas funciones propias de los sacerdotes, son eclesiales porque su razón de ser está en la Iglesia y son de base porque representan a los sectores más pobres del campo y la ciudad.

A diferencia de otros países, la iglesia salvadoreña, incluyendo la jerarquía, estaba más abierta a las propuestas del Concilio Vaticano II, por lo que el compromiso de obispos y sacerdotes con los sectores más desposeídos fue rotundo, esto, desde finales de los ‘70. Se formó a más de quince mil líderes campesinos, las comunidades cristianas de base fueron y lo siguen siendo el lugar de encuentro de los problemas materiales con los espirituales.

Fue tal el compromiso con esta causa, que son abundantes los mártires de la Iglesia salvadoreña, el movimiento religioso popular ofreció un espacio para orientar las luchas del pueblo, elevando su dignidad atropellada y permitiendo alianza entre los diversos sectores.

Nicaragua.

Extrañamente, con todo su historial de luchas y con una revolución que marcó un hito, es en Nicaragua donde el movimiento social autónomo ha sido más lento, se acusó al FSLN, de permitir que el país se haya descapitalizado, hipotecado y puesto en bandeja a las transnacionales.

Los movimientos sociales han apostado ahora, a discutir los temas que preocupan a amplios sectores de la población, creando formas de presión hacia los partidos y los gobiernos, a objeto de instalar en el debate los temas que les preocupan.

Entre ellos, la bancarrota de la economía del café por la caída de los precios internacionales, en donde el estado falló rotundamente en sus políticas de modo de enfrentar esta emergencia, produciéndose un rápido desempleo en el campo, afectando gravemente a los pequeños productores, se agrega a lo anterior las inundaciones y sequías, con efectos trágicos para los sectores rurales.

Como resultado de lo anterior los campesinos han emigrado a la ciudad dando origen a protestas, específicamente en las capitales departamentales nacionales. En el año 2001 realizan lo que se llama la “Marcha del Hambre”, allí los campesinos recibieron ofertas temporales de trabajo, alimento y atención médica, pero de políticas de largo aliento, nada.

En el caso de los movimientos religiosos populares, es importante resaltar que no siempre se expresa de la misma forma, este tenía una dinámica que se manifiesta en sus bases con grados diferentes de organización, tampoco es propiedad de la Iglesia Católica. Se encuentra presente un protestantismo, el cual desarrolla su política al lado de los procesos revolucionarios.

Es así, como en Nicaragua, muchos protestantes internacionalistas, estuvieron con los revolucionarios y muchos perdieron su vida, actuando en consecuencia con su discurso.

Existe una suerte de tendencia diversa entre la Iglesia popular y los sectores pentecostales, en este caso una actitud opuesta a la lucha o reivindicación social, sumiéndolos en un conformismo que les hace aceptar las relaciones sociales existentes, como un sacrificio agradable a los ojos de dios.

Si podemos destacar, que la Iglesia Popular nace en Nicaragua durante la dictadura de los Somoza. Cuando la represión se hizo más dura con el ascenso de la lucha sandinista, la iglesia facilitó sus templos para apoyar la insurrección, después del triunfo de la revolución las comunidades cristianas de base se fortalecieron, incorporándose a las filas del FSLN del gobierno y del ejército en todos sus niveles.

El devenir nos muestra, que se hace absolutamente necesaria una vinculación entre los movimientos sociales, para que ellos tengan un impacto significativo y/o trascendente sobre los países. La tendencia nos dice que el proceso apuntará hacia una relación más estrecha entre los movimientos sociales de nuevos tipo y los que les precedieron, como el de la clase trabajadora, los pobladores, indígenas, etc.

La interrelación de los movimientos sociales, tendrá que ser concluyente para cada país, los procesos que se han venido dando en Nicaragua, Guatemala y El Salvador son una tendencia nítida de la regionalización de las revoluciones continental latinoamericana.

Decimos lo anterior, pues, entre más se introduce uno en el análisis de los movimientos sociales, existen razones para sostener meridianamente la convicción, de que cada uno de ellos, por sí solo, no posee las condiciones que se necesita para provocar cambios en factores como la dominación clasista, los estados de desigualdad.

Otro aspecto observado, es que los movimientos populares, han conseguido cambiar las relaciones de poder, cuando han generado un frente o partido político.

En El Salvador, cuando los sindicatos obreros, de campesinos, de maestros y organizaciones estudiantiles fueron capaces de generar, frentes político-militares, fue posible conseguir cambios fundamentales en la sociedad.

En Guatemala, el movimiento indígena, pudo provocar un cambio en las relaciones de opresión, cuando fue capaz de generar su propia guerrilla.

En Nicaragua, los religiosos, fueron partícipes de las organizaciones político-militares, como único camino posible para llegar a una verdadera opción de justicia social.

De lo anterior, es posible concluir de manera más o menos clara, que el sujeto político vanguardia ha sido una creación de los movimientos populares mismos, adquiriendo la forma de frente político (Nicaragua), alianza y unidad de organizaciones político-militares (El Salvador y Guatemala).

Finalmente, se podría concluir, que los movimientos sociales están mostrando una fase de desarrollo y fortalecimiento, ya sea en las llamados “viejos” como “nuevos”, dejando crecientes grados de participación.

A pesar de las diferencias que se produce entre los países se están provocando procesos integradores y uno de los más fuertes este constituido por los procesos dominantes.

En lo que respecta a los viejos movimientos sociales, se les ve muy activos, pero sobre todo en materias bastante especificas; salariales, políticas macroeconómicas, políticas de privatizaciones.

Los nuevos movimientos sociales están enredados entre la tesis del desarrollo local, de ideas más negociadoras y la tesis del poder dual o paralelo, que implica defender el espacio territorial y las conquistas urbanas sentenciadas en una visión más clasista.

Pero, tanto viejos como nuevos movimientos sociales impactan notoriamente lo local, de hecho las políticas públicas apuntan a satisfacer ese tipo de demandas, el resultado de ellas, o la mayor o menor cuantía, se dará si ellas son negociadas, direccionadas o completamente rechazadas.

Si, lo que es claro, es que viejos y nuevos movimientos sociales en su conjunto, siguen denotando cada día mayores índices de participación.

Movimientos Sociales I

“LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN CENTROAMÉRICA I”
(Una mirada a los casos de Nicaragua, Guatemala y El Salvador)


En esta reflexión explicamos que las luchas sociales en América Latina y particularmente en Centroamérica son producto de la incapacidad que han tenido los diferentes gobiernos de superar las situaciones de inequidad económicas y sociales que han permanecido desde la época colonial. Veremos que el modelo ya instalado en la época colonial deja profundas huellas, un modelo estructurado para un solo fin, que la economía favorezca y potencie a la metrópoli. En algún momento el gran sueño bolivariano quiere oponérsele, pero este era una utopía, el 10% de la población de la época sabe leer, las universidades eran escasas, al igual que los profesores, ¿cómo competir? (o debemos decir, resistir). ¿Cuanto de esto ha cambiado?, acaso no siguen estando presente procesos de exclusión, población que ha pesar de los procesos modernizadores, globalizantes, sigue estando excluida de todo, ¿ha cambiado en algo la situación del indígena?, son preguntas que buscamos resolver. En primer lugar situaremos histórica y socialmente a Centroamérica y en específico a las repúblicas de Nicaragua, Guatemala y El Salvador que se utilizan como ejemplo en la reflexión. Luego, analizaremos los principales movimientos sociales de su génesis hasta los que hoy se mantienen y que se les han denominado nuevos, estableciendo las influencias que probablemente han tenido en las transformaciones de las sociedades latinoamericanas. Veremos que lo que está cambiando, es la capacidad y modos de organizarse que han adoptado los excluidos, los que sienten atropellados sus derechos y de allí la denominación de nuevos movimientos sociales.

Observaremos, que a pesar de la heterogeneidad de los movimientos sociales es necesario que se interrelacionen para generar una sociedad alternativa al capitalismo, que nos lleve a una sociedad con un claro acento de equidad social.

Centroamérica está formado por países como El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Guatemala, en los que se observa la existencia de una gran cantidad de mestizaje producto de su historia, lo que no posibilita tener una identidad cultural, siendo Guatemala la más diversa y fragmentada, se suma a ello la accidentada geografía de la región que dificulta las comunicaciones internas. Estos aspectos han llevado a que su independencia fuese distinta a la de otros países latinoamericanos, más bien fue un traspaso pacífico de colonizador a independentistas, fueron luchas internas entre grupos oligárquicos que buscaban tener el poder absoluto de la región. Desde la independencia hasta hoy Centroamérica no ha logrado tener una economía regional unificada.

Hace 30 años, Centroamérica era una zona consternada por los conflictos políticos, no solamente por la emergente Revolución Sandinista, producto de un extraordinario y potente movimiento de masas y una larga y extenuante lucha guerrillera, sino que además por las crecientes luchas sociales en El Salvador, Honduras y Guatemala, se agrega a ello la participación activa de amplios sectores de Costa Rica, quienes van a solidarizar con la guerrilla nicaragüense.

A fin de explicar los modos de exclusión que operaron desde la colonia en Centroamérica, resulta bastante ilustrativo lo que ocurrió en El Salvador, en donde hasta la mitad del siglo XIX la gran parte de la población era propietaria de la tierra, fuese de manera individual o colectiva, de esta población una cuarta parte estaba compuesta por indígenas.

La economía mayoritariamente de subsistencia, contaba con una producción que le permitía incluso exportar. Estas características hacia mediados de siglo desaparecen y en el caso de el Salvador y otros países centroamericanos se produce un cambio rápido y dramático.

Nuevos modelos económicos aparecen, surgen grandes hacendados constituidos en una elite con enorme poder económico, político y social.

El establecimiento de grandes haciendas se logra a través del despojo de las tierras a sus primitivos dueños, en el último tercio del siglo XIX, enormes masa de población rural sobre todo indígenas son desplazadas de sus tierras. Tampoco son absorbidos como mano de obra, es decir, se agrega a lo anterior un inmenso desempleo.

Estas grandes masas de población, desarraigadas, desempleadas y en la miseria, provoca un miedo de clase a la emergente burguesía y a la oligarquía pre existente, el remedio, conformar estados represivos, apoyados en los militares y que son los motivos que desencadenan los primeros conflictos, rebeliones, masacres que explican en gran medida las guerras civiles y regimenes autoritarios a que se vieron sometidas los países centroamericanos durante el siglo XX.

Dado lo anterior no resulta verdadero instalar el tema de los movimientos sociales como una novedad que recién se nos aparece en América Latina, en circunstancia de que como hemos reseñado ellos tienen algunos siglos de existencia, desde la resistencia indígena a la colonización, las insurrecciones de los esclavos negros y del campesinado, hasta el movimiento obrero y de los barrios de fines del siglo XX y comienzos del XXI, es decir el tema de las luchas sociales latinoamericanas es tan antigua como América Latina misma.

Entendido lo anterior nos sumergiremos en el fenómeno múltiple y variado que se ha extendido por América Latina con la denominación de movimientos sociales, en este contexto, los movimientos sociales que en la actualidad se encuentran presentes en el área internacional y específicamente en la latinoamericana, tienen un protagonismo importante en los escenarios locales.

Se hace necesario para entender este fenómeno, reconocer algunas variables que lo conforman, como por ejemplo la diversidad de sujetos, situaciones históricas, objetivos, formas de organización y liderazgo, concepciones políticas, autodefiniciones y su proyecto.

Una aclaración muy pertinente de hacer, es que este estudio está referido a aquellos movimientos catalogados como populares, ya que existen movimientos sociales que no son populares, sino que corresponden a grupos hegemónicos y/o de poder, en el anverso son populares aquellos que comparten las condiciones de explotación, exclusión y dominación, porque es en ellos justamente en donde encontramos la utopía de una nueva sociedad más justa para América Latina, y en este caso para Centroamérica.

Como ya habíamos dejado entrever, un rasgo común de estos movimientos es que defienden interese específicos de determinados sectores de la sociedad, estos pueden ser intereses de representación especifica como por ejemplo el movimiento campesino y otros en las cuales la motivación es la defensa de intereses generales como movimientos religiosos populares, que más adelante explicaremos con mayor precisión.

Estos movimientos no obedecen a los cánones tradicionales de la sociedad política, no forman parte del sistema estatal, pero sin embargo sus objetivos es lograr transformaciones del Estado, ya sea en forma parcial o total. Cuando estos movimientos son capaces de unificar sus luchas, pueden generar un proyecto transversal, de transformación de la sociedad en forma ya más global, como sucede por ejemplo en Nicaragua (1979), en El Salvador (1995), en los cuales los movimientos se constituyen en uno solo, recibiendo el nombre de Movimiento Popular, en singular y con Mayúscula.

Cuando los movimientos sociales pasan a ser uno, pueden llegar a convertirse en movimientos políticos como lo que sucedió en Nicaragua con el FSLN (Frente Sandinista para la Liberación Nacional) y en El Salvador con el FMLN- FDR (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional – Frente Democrático Revolucionario). Sin embargo continúan manteniendo su condición de movimientos sociales que forman este Movimiento Popular prosiguen y su permanencia apunta a velar porque la toma de las decisiones estatales sean considerados los intereses de los sectores que representan.

Tanto los Movimientos Populares como los sociales se relacionan con clases sociales, aunque el enfrentamiento entre clases adquiere hoy características complejas, disímiles y sutiles. Por lo que no es posible ver un enfrentamiento nítido entre la burguesía y el proletariado. Hechos tan diferentes como terminar con un área verde para levantar una villa, el etnocidio, la violación de los derechos humanos, perdida del valor adquisitivo de los salarios, el desempleo industrial, son detonantes del nacimiento y luchas de los movimientos sociales, aunque al profundizar vislumbramos que en todos ellos el agente causal es la acumulación de capital por parte de la burguesía.

Ya mencionamos en líneas precedentes, que las luchas sociales son tan antiguas como América Latina misma, sin embargo, es a partir de la década de los ‘80, cuando se instala el debate entre viejos y nuevos movimientos, o mejor dicho, este adquiere mayor notoriedad e importancia. Podríamos clasificar como viejos movimientos sociales, al movimiento obrero tradicional (público y privado) y entre los nuevos movimientos sociales se pueden señalar, las relaciones de género, los movimientos étnicos y los temas ambientales.

En los años ‘90 los movimientos sociales conservan una dinámica y característica similares a las de la década anterior, entre estas características se puede señalar con cierta regularidad, que con respecto a la sociedad civil en la cual se constituyen, se relacionarían con las clases y las luchas de clases un proceso en movimiento no siempre organizado, pero sí, con una clara defensa de los intereses específicos de un determinado sector de la sociedad.

Cuando decimos que los movimientos sociales son hoy un fenómeno nuevo en América Latina, se refiere a que antes eran otros los actores sociales protagónicos; es nuevo su contenido, objetivos, sus formas de organizarse y prácticas, también en como definen o se definen sus liderazgos.

La denominación de nuevos, no tiene sentido de antigüedad o modernidad, son nuevos de acuerdo a los principios que hemos enunciados, el movimiento indígena que es el más antiguo, puede ser nuevo si se organiza de acuerdo a los criterios señalados anteriormente, o movimientos tan tradicionales como el campesino y el obrero, también pueden alcanzar la categoría de nuevos de acuerdo a los contenidos y formas de luchas que adquieren.

A modo de síntesis, podríamos señalar que la novedad más importante de los movimientos sociales, es que significan una crítica de la regulación social capitalista como una crítica de la liberación social socialista tal como fue definida por el marxismo, hay un redimensionamiento de lo cotidiano, los que actúan ahora son los grupos sociales, su novedad también tiene que ver no con un rechazo absoluto de la política, sino en la aplicación de la política por sobre el marco liberal de la distinción entre Estado y sociedad civil.

Los movimientos y/o luchas sociales en Centroamérica, y aquí nos centraremos específicamente en los casos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, se desarrollan en un momento histórico caracterizado por elementos similares, entre los que podemos señalar los siguientes:

1. Situaciones de pos guerra.
2. Privatizaciones y tratados de libre comercio.
3. Desempleo e informatización del trabajo.
4. Éxodo de la población hacia EEUU.
5. Dolarización de la economía.
6. Subordinación local frente a las políticas centralistas del Estado.
7. Incremento de la delincuencia, de la vulnerabilidad de los sectores más desposeídos.

Solo con el fin de una contextualización histórica, brevemente resumimos la historia reciente de estos países.

Nicaragua inicia una dinastía dictatorial (Somoza) en 1937. En 1967, asume el poder Anastasio Somoza Debayle (Tachito), en el año 1961 se había fundado el Frente Sandinista para la Liberación de Nacional (FSLN), que en una larga lucha guerrillera logra derrocarlo en 1979, este largo período de dictadura se caracterizo por la violación de derechos humanos, represión brutal a la oposición política de parte de fuerzas militares, corrupción económica y como consecuencia una creciente desigualdad entre los que tienen y los que no tienen. En respuesta al movimiento sandinista, EEUU, financia una lucha antisandinista (Los Contra).

En El Salvador en 1932, un levantamiento popular de campesinos encabezado por Agustín Farabundo Martí, termino con una matanza hubo miles de muertes. Durante décadas un gobierno militar seguía a otro.

En 1981 se crea el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), una coalición de partidos y movimientos de izquierda.

Por 12 años la guerra en El Salvador provocó 75.000 victimas y un millón de exiliados, en 1992 a petición del gobierno salvadoreño, las Naciones Unidas, intervino para efectuar un acuerdo de paz.

Guatemala, al igual que El Salvador, pasa décadas en estado de guerra, guerra contra los campesinos indígenas. Se da entre 50.000 hasta 200.000, como la cifra de victimas de acciones bélicas durante el período 1954 hasta 1996, cuando se firma un acuerdo de paz.

La guerra contra el pueblo en Guatemala también se caracteriza por ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones, desapariciones, se quemaban pueblos enteros, forzando a los habitantes a mudarse a “aldeas modelos” donde permanecían bajo vigilancia del ejército.