lunes, 23 de febrero de 2009

Movimientos Sociales I

“LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN CENTROAMÉRICA I”
(Una mirada a los casos de Nicaragua, Guatemala y El Salvador)


En esta reflexión explicamos que las luchas sociales en América Latina y particularmente en Centroamérica son producto de la incapacidad que han tenido los diferentes gobiernos de superar las situaciones de inequidad económicas y sociales que han permanecido desde la época colonial. Veremos que el modelo ya instalado en la época colonial deja profundas huellas, un modelo estructurado para un solo fin, que la economía favorezca y potencie a la metrópoli. En algún momento el gran sueño bolivariano quiere oponérsele, pero este era una utopía, el 10% de la población de la época sabe leer, las universidades eran escasas, al igual que los profesores, ¿cómo competir? (o debemos decir, resistir). ¿Cuanto de esto ha cambiado?, acaso no siguen estando presente procesos de exclusión, población que ha pesar de los procesos modernizadores, globalizantes, sigue estando excluida de todo, ¿ha cambiado en algo la situación del indígena?, son preguntas que buscamos resolver. En primer lugar situaremos histórica y socialmente a Centroamérica y en específico a las repúblicas de Nicaragua, Guatemala y El Salvador que se utilizan como ejemplo en la reflexión. Luego, analizaremos los principales movimientos sociales de su génesis hasta los que hoy se mantienen y que se les han denominado nuevos, estableciendo las influencias que probablemente han tenido en las transformaciones de las sociedades latinoamericanas. Veremos que lo que está cambiando, es la capacidad y modos de organizarse que han adoptado los excluidos, los que sienten atropellados sus derechos y de allí la denominación de nuevos movimientos sociales.

Observaremos, que a pesar de la heterogeneidad de los movimientos sociales es necesario que se interrelacionen para generar una sociedad alternativa al capitalismo, que nos lleve a una sociedad con un claro acento de equidad social.

Centroamérica está formado por países como El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Guatemala, en los que se observa la existencia de una gran cantidad de mestizaje producto de su historia, lo que no posibilita tener una identidad cultural, siendo Guatemala la más diversa y fragmentada, se suma a ello la accidentada geografía de la región que dificulta las comunicaciones internas. Estos aspectos han llevado a que su independencia fuese distinta a la de otros países latinoamericanos, más bien fue un traspaso pacífico de colonizador a independentistas, fueron luchas internas entre grupos oligárquicos que buscaban tener el poder absoluto de la región. Desde la independencia hasta hoy Centroamérica no ha logrado tener una economía regional unificada.

Hace 30 años, Centroamérica era una zona consternada por los conflictos políticos, no solamente por la emergente Revolución Sandinista, producto de un extraordinario y potente movimiento de masas y una larga y extenuante lucha guerrillera, sino que además por las crecientes luchas sociales en El Salvador, Honduras y Guatemala, se agrega a ello la participación activa de amplios sectores de Costa Rica, quienes van a solidarizar con la guerrilla nicaragüense.

A fin de explicar los modos de exclusión que operaron desde la colonia en Centroamérica, resulta bastante ilustrativo lo que ocurrió en El Salvador, en donde hasta la mitad del siglo XIX la gran parte de la población era propietaria de la tierra, fuese de manera individual o colectiva, de esta población una cuarta parte estaba compuesta por indígenas.

La economía mayoritariamente de subsistencia, contaba con una producción que le permitía incluso exportar. Estas características hacia mediados de siglo desaparecen y en el caso de el Salvador y otros países centroamericanos se produce un cambio rápido y dramático.

Nuevos modelos económicos aparecen, surgen grandes hacendados constituidos en una elite con enorme poder económico, político y social.

El establecimiento de grandes haciendas se logra a través del despojo de las tierras a sus primitivos dueños, en el último tercio del siglo XIX, enormes masa de población rural sobre todo indígenas son desplazadas de sus tierras. Tampoco son absorbidos como mano de obra, es decir, se agrega a lo anterior un inmenso desempleo.

Estas grandes masas de población, desarraigadas, desempleadas y en la miseria, provoca un miedo de clase a la emergente burguesía y a la oligarquía pre existente, el remedio, conformar estados represivos, apoyados en los militares y que son los motivos que desencadenan los primeros conflictos, rebeliones, masacres que explican en gran medida las guerras civiles y regimenes autoritarios a que se vieron sometidas los países centroamericanos durante el siglo XX.

Dado lo anterior no resulta verdadero instalar el tema de los movimientos sociales como una novedad que recién se nos aparece en América Latina, en circunstancia de que como hemos reseñado ellos tienen algunos siglos de existencia, desde la resistencia indígena a la colonización, las insurrecciones de los esclavos negros y del campesinado, hasta el movimiento obrero y de los barrios de fines del siglo XX y comienzos del XXI, es decir el tema de las luchas sociales latinoamericanas es tan antigua como América Latina misma.

Entendido lo anterior nos sumergiremos en el fenómeno múltiple y variado que se ha extendido por América Latina con la denominación de movimientos sociales, en este contexto, los movimientos sociales que en la actualidad se encuentran presentes en el área internacional y específicamente en la latinoamericana, tienen un protagonismo importante en los escenarios locales.

Se hace necesario para entender este fenómeno, reconocer algunas variables que lo conforman, como por ejemplo la diversidad de sujetos, situaciones históricas, objetivos, formas de organización y liderazgo, concepciones políticas, autodefiniciones y su proyecto.

Una aclaración muy pertinente de hacer, es que este estudio está referido a aquellos movimientos catalogados como populares, ya que existen movimientos sociales que no son populares, sino que corresponden a grupos hegemónicos y/o de poder, en el anverso son populares aquellos que comparten las condiciones de explotación, exclusión y dominación, porque es en ellos justamente en donde encontramos la utopía de una nueva sociedad más justa para América Latina, y en este caso para Centroamérica.

Como ya habíamos dejado entrever, un rasgo común de estos movimientos es que defienden interese específicos de determinados sectores de la sociedad, estos pueden ser intereses de representación especifica como por ejemplo el movimiento campesino y otros en las cuales la motivación es la defensa de intereses generales como movimientos religiosos populares, que más adelante explicaremos con mayor precisión.

Estos movimientos no obedecen a los cánones tradicionales de la sociedad política, no forman parte del sistema estatal, pero sin embargo sus objetivos es lograr transformaciones del Estado, ya sea en forma parcial o total. Cuando estos movimientos son capaces de unificar sus luchas, pueden generar un proyecto transversal, de transformación de la sociedad en forma ya más global, como sucede por ejemplo en Nicaragua (1979), en El Salvador (1995), en los cuales los movimientos se constituyen en uno solo, recibiendo el nombre de Movimiento Popular, en singular y con Mayúscula.

Cuando los movimientos sociales pasan a ser uno, pueden llegar a convertirse en movimientos políticos como lo que sucedió en Nicaragua con el FSLN (Frente Sandinista para la Liberación Nacional) y en El Salvador con el FMLN- FDR (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional – Frente Democrático Revolucionario). Sin embargo continúan manteniendo su condición de movimientos sociales que forman este Movimiento Popular prosiguen y su permanencia apunta a velar porque la toma de las decisiones estatales sean considerados los intereses de los sectores que representan.

Tanto los Movimientos Populares como los sociales se relacionan con clases sociales, aunque el enfrentamiento entre clases adquiere hoy características complejas, disímiles y sutiles. Por lo que no es posible ver un enfrentamiento nítido entre la burguesía y el proletariado. Hechos tan diferentes como terminar con un área verde para levantar una villa, el etnocidio, la violación de los derechos humanos, perdida del valor adquisitivo de los salarios, el desempleo industrial, son detonantes del nacimiento y luchas de los movimientos sociales, aunque al profundizar vislumbramos que en todos ellos el agente causal es la acumulación de capital por parte de la burguesía.

Ya mencionamos en líneas precedentes, que las luchas sociales son tan antiguas como América Latina misma, sin embargo, es a partir de la década de los ‘80, cuando se instala el debate entre viejos y nuevos movimientos, o mejor dicho, este adquiere mayor notoriedad e importancia. Podríamos clasificar como viejos movimientos sociales, al movimiento obrero tradicional (público y privado) y entre los nuevos movimientos sociales se pueden señalar, las relaciones de género, los movimientos étnicos y los temas ambientales.

En los años ‘90 los movimientos sociales conservan una dinámica y característica similares a las de la década anterior, entre estas características se puede señalar con cierta regularidad, que con respecto a la sociedad civil en la cual se constituyen, se relacionarían con las clases y las luchas de clases un proceso en movimiento no siempre organizado, pero sí, con una clara defensa de los intereses específicos de un determinado sector de la sociedad.

Cuando decimos que los movimientos sociales son hoy un fenómeno nuevo en América Latina, se refiere a que antes eran otros los actores sociales protagónicos; es nuevo su contenido, objetivos, sus formas de organizarse y prácticas, también en como definen o se definen sus liderazgos.

La denominación de nuevos, no tiene sentido de antigüedad o modernidad, son nuevos de acuerdo a los principios que hemos enunciados, el movimiento indígena que es el más antiguo, puede ser nuevo si se organiza de acuerdo a los criterios señalados anteriormente, o movimientos tan tradicionales como el campesino y el obrero, también pueden alcanzar la categoría de nuevos de acuerdo a los contenidos y formas de luchas que adquieren.

A modo de síntesis, podríamos señalar que la novedad más importante de los movimientos sociales, es que significan una crítica de la regulación social capitalista como una crítica de la liberación social socialista tal como fue definida por el marxismo, hay un redimensionamiento de lo cotidiano, los que actúan ahora son los grupos sociales, su novedad también tiene que ver no con un rechazo absoluto de la política, sino en la aplicación de la política por sobre el marco liberal de la distinción entre Estado y sociedad civil.

Los movimientos y/o luchas sociales en Centroamérica, y aquí nos centraremos específicamente en los casos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, se desarrollan en un momento histórico caracterizado por elementos similares, entre los que podemos señalar los siguientes:

1. Situaciones de pos guerra.
2. Privatizaciones y tratados de libre comercio.
3. Desempleo e informatización del trabajo.
4. Éxodo de la población hacia EEUU.
5. Dolarización de la economía.
6. Subordinación local frente a las políticas centralistas del Estado.
7. Incremento de la delincuencia, de la vulnerabilidad de los sectores más desposeídos.

Solo con el fin de una contextualización histórica, brevemente resumimos la historia reciente de estos países.

Nicaragua inicia una dinastía dictatorial (Somoza) en 1937. En 1967, asume el poder Anastasio Somoza Debayle (Tachito), en el año 1961 se había fundado el Frente Sandinista para la Liberación de Nacional (FSLN), que en una larga lucha guerrillera logra derrocarlo en 1979, este largo período de dictadura se caracterizo por la violación de derechos humanos, represión brutal a la oposición política de parte de fuerzas militares, corrupción económica y como consecuencia una creciente desigualdad entre los que tienen y los que no tienen. En respuesta al movimiento sandinista, EEUU, financia una lucha antisandinista (Los Contra).

En El Salvador en 1932, un levantamiento popular de campesinos encabezado por Agustín Farabundo Martí, termino con una matanza hubo miles de muertes. Durante décadas un gobierno militar seguía a otro.

En 1981 se crea el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), una coalición de partidos y movimientos de izquierda.

Por 12 años la guerra en El Salvador provocó 75.000 victimas y un millón de exiliados, en 1992 a petición del gobierno salvadoreño, las Naciones Unidas, intervino para efectuar un acuerdo de paz.

Guatemala, al igual que El Salvador, pasa décadas en estado de guerra, guerra contra los campesinos indígenas. Se da entre 50.000 hasta 200.000, como la cifra de victimas de acciones bélicas durante el período 1954 hasta 1996, cuando se firma un acuerdo de paz.

La guerra contra el pueblo en Guatemala también se caracteriza por ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones, desapariciones, se quemaban pueblos enteros, forzando a los habitantes a mudarse a “aldeas modelos” donde permanecían bajo vigilancia del ejército.

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